Cuando íbamos al San Román, gloriosa época de mi secundaria, los sábados “sacábamos turno de cancha” en el Gimnasio para jugar una hora de fútbol a full. Pero muchas veces, íbamos al patio del colegio donde estaban jugando al fútbol equipos improvisados y ahí mismo, nos juntábamos unos cuántos. Al grito de “Hay Equipo” avisábamos que al próximo gol, ya estaba listo un nuevo equipo para entrar a jugar. Qué tiempos aquellos! Con el Toti Crosta, ídolo total, a la cabeza, Fernando Gallardo y tantos otros sanromanenses que nos condujeron por la senda del estudio y del deporte.
Y como si fuera poco, mi gran amigazo Felipe G. todos los días tiene la bella costumbre de enviarme una frase proactiva para arrancar el día y, casualmente o no, me mandó esta frase esta semana: “…Los buenos equipos se convierten en grandes cuando sus miembros confían entre sí lo suficiente como para someter el Yo al Nosotros…”
Si hago hincapié en el EQUIPO, se imaginan de quién voy a hablar. Sí, acertaron, del mejor EQUIPO ARGENTINO desde hace más de una década: El seleccionado argentino de Básquetball – la Generación Dorada que ya es Highlander. Estos muchachos no solo hicieron… hacen y, seguramente, harán un culto del espíritu de equipo. Son un verdadero equipo, un gran equipo, en todos los órdenes y significados de la palabra. Siempre tira el que está mejor, no el más importante. Nadie se enoja por ir al banco, o por ser reemplazado o por jugar pocos minutos. Muestran una solidaridad plena, dentro y fuera de la cancha, antes, durante y después de cada partido. En la mayoría de sus casos, especialmente los menos consagrados, juegan a un nivel superlativo vs lo que muestran en su club local. Matemáticamente son “incorrectos” y eso es algo que me fascina – gran contradicción en mí, siendo tan amante de los números y de las Matemáticas. Es que el rendimiento del equipo es MAYOR a la suma de los rendimientos de cada uno. Cómo es eso? Se potencian unos a otros. Y el que es un gran rebotero, empieza a volcarla con autoridad. El que no se anima a tirar de dos, emboca triples El que no sabe usar el cuerpo hace más cortinas que vendedor del barrio de Once. Todos asumen su rol mostrando el carácter suficiente para el tipo de compromiso que están jugando. No es lo mismo primera ronda que cuartos de final, semifinal o final del mundo.
Humildad, modestia. Son cualidades que marcan una impronta en cada uno de sus integrantes. Nunca, jamás, un solo jugador siente o dice que ganó el partido él solo. Ni tampoco lo dice su director técnico. Entre nosotros, un gran técnico, terrible estratega, conocedor profundo de virtudes y fortalezas de cada uno de sus dirigidos y muy bien enfocado en aprovechar las diversas bondades que le brindan este gran grupo de basquetbolistas. No solamente llega a planificar bien los partidos, sino que se asegura un ejecución perfecta e inobjetable. Y tiene capacidad de improvisar sobre la marcha ante algún imprevisto.
No tengo dudas de que la Generación Dorada está demostrando que es de oro de verdad, porque pasan los años y no se ha dañado, no perdió brillo, no vale menos, todo lo contrario, parece que ahora son una Generación de Diamante o de Platino. Sigue asumiendo pleno protagonismo, al tiempo que cosecha triunfos y obtiene expresivos reconocimientos internacionales.
Todos demuestran una concentración plena. Ayer escuché que Scola, ni bien terminó el partido vs Francia les dijo a sus compañeros: ahora tenemos 35 minutos para festejar y disfrutar, y luego, a ponerse a pensar en el próximo rival, o sea España. Profesionalidad brutal, ejemplo de líder con gran convicción. Y acá surge otra gran cualidad: el liderazgo de los mayores hacia los menores, quienes no solamente aprenden, sino que se nutren de ejemplos valiosos. Los que funcionan como maestros y conductores son Scola, principalmente, y también Campazzo y Laprovítola. Y, obviamente, ese enorme DT que es la Oveja Hernández, con el temple y coraje que se precisa para dirigir a estos gladiadores, pero con la sapiencia y frialdad para saber elaborar cada plan de juego y para que sus players puedan llevarlo a cabo.
Se evidencia una gran preparación física y mental de todos y cada uno de los integrantes de plantel, no solamente en los jugadores, lo mismo sucede con el cuerpo técnico, médicos, kinesiólogos, asesores y demás acompañantes. Una línea de conducta por demás sana y harto profesional.
Hablando del juego, otro elemento admirable es la versatilidad que tiene el equipo para poder plantear estrategias diferentes según quien sea el rival. A veces más ofensivo, a veces más defensivo, más intenso, más sereno, más vertical para salir de contra o más conservador a la hora de hacer correr las agujas del reloj. No hay un único esquema, todos son posibles.
Un último punto es una frase que dijo el DT, Sergio Hernández: “… Este equipo no disfruta porque gana, sino que gana porque realmente disfrutar jugar…” La frase muestra una filosofía pura y casta, netamente deportiva y competitiva. No sorprende, merece aplausos.
Amigos, sigamos gozando de este gran equipo y ojalá que salgamos campeones el próximo domingo – Argentina lo fue en 1950, como local, y quedó segunda en el Mundial de Indianápolis en el 2002 cayendo vs la desmembrada Yugoslava. Subir a lo más alto será la frutilla del postre, sin dudas, el mayor premio a todo el esfuerzo realizado durante tantos años.
El miércoles pasado fue el día del maestro, y está claro que estos muchachos vienen dando cátedra desde hace muchos años y su especialidad es, sin dudas, el trabajo en equipo.
Marcelo, listo para entrar a jugar en su equipo