Más de una vez, cuando estamos viendo un partido de fútbol, nos complace decir “este equipo se sabe a qué juega, este equipo tiene un estilo”. Por el contrario, también advertimos que hay equipos que no juegan a nada y afirmamos que no se sabe a qué juegan. Virtuosos los primeros y defectuosos los segundos, no? Quiero relativizar un poco estos conceptos, a veces algo prejuiciosos, siempre dando mi punto de vista y aceptando acuerdos o divergencias. Les voy a decir por qué…
Saber a qué juega un equipo suena importante, tener un estilo, una forma, claro el concepto. Un modelo de ellos es, sin dudas, cualquier equipo de Guardiola. Atención: estoy diciendo Guardiola y no estoy diciendo Barcelona, ok? Es que los equipos de Pep generalmente juegan de la misma forma: mucha posesión, alta presión, rotación permanente, manejo del balón, circulación, uso de espacios vacíos, pases cortos y hacia adelante, equipo corto, con defensores que juegan adelantados, siempre en el campo contrario, corriendo riesgo de quedar 1 a 1 ante quites del rival, con el riesgo de que, con espacio, se lance a un contrataque que podría ser letal. Es un fútbol atractivo, sin dudas, porque denota movimiento constante, sed de ataque, poca especulación, velocidad, reacción, iniciativa. Siempre digo que, si hoy quiero ver fútbol, no lo dudo y me pongo a ver un partido del Manchester City de Guardiola, y seguramente veré fútbol. Lo que no me asegura es el triunfo, ok?
Acá está uno de los puntos que quiero abordar: si vos tenés un estilo muy marcado, en el fútbol globalizado y mediático de hoy te investigan, te analizan, te desmenuzan de una forma con el fin de contrarrestarte y vencerte. Y, obviamente, es factible que tengan éxito…Dos ejemplos: 1) El Inter de Mouriño que dejó afuera al gran Barcelona de Pep en semifinales de Champions League en el 2010 y que luego se consagró campeón de esa Champions vs Bayern Munich (Milito, Cambiasso, Samuel, Et’o) 2) El Chelsea de Tuschel que le ganó la final de la Champions 2021 al City de Guardiola, cuando supo cómo enfrentarlo e impedir su virtuoso circuito de juego, a punto tal que logró la mínima diferencia en el primer tiempo con una contra muy vertical y bien ejecutada, y en el segundo tiempo no sufrió demasiado.
Por eso digo que para ganar no alcanza con tener un estilo y menos aún si ese estilo se mantiene invariable a pesar de las circunstancias. Los de 30 para arriba, recordarán que la selección argentina de Bielsa fue la que más fácil clasificó a un mundial (Corea-Japón 2002), ganando las eliminatorias 5 fechas antes de terminarlas. Ese era un equipo que tenía un funcionamiento envidiable, pero jugaba siempre la misma manera. Así fue como en ese Mundial quedamos eliminados en primera ronda, dado que perdimos con Inglaterra y empatamos con Suecia (gol de rebote luego de un penal malogrado al minuto 93!), debido a que siempre se intentaba de la misma forma, chocando una y otra vez con los rivales que nos conocían y habían estudiado. Por ejemplo, los cambios “eran de vóley”: si salía Batistuta, entraba Crespo, jamás jugaban juntos. Si salía un volante de contención, entraba otro a cumplir la misma tarea. Hoy en día, la difusión del estilo de juego es instantánea. Se sabe todo y al instante. Quilmes sabía cómo molestar a Boca este miércoles y lo hizo; los equipos del ascenso de la Copa Argentina le hacen partido y les ganan a grandes equipos de Primera. Algo similar sucede en España con la Copa del Rey. Hace muchos años, no era así, no se conocían tanto las formas de juego. Por ejemplo, en la época del Holanda 1974 – la gran escuela del Barcelona, de la mano de un tal Johan Cruyff – no había una masiva difusión del fútbol en cuanto a entrenamientos, tácticas, previas, etc. Algunos chicos como yo ya lo mirábamos con mucho cariño y pasión, pero los rivales no se afanaban por conocerlos y saber todo antes del partido.
No niego tener una forma de juego, cuidado! Lo que no comparto es tener una sola, una única forma de juego. Si miramos a la Argentina de Scaloni, podemos ver que generalmente arranca los partidos con muchos tips “guardiolísticos” (presión alta, manejo de pelota, velocidad, rotación). Ahora bien, cuando hace el primer gol, Argentina retrocede unos metros, cambia. Se mantiene como “equipo corto”, pero se para unos metros más atrás y busca recuperar la pelota para lanzarse verticalmente con delanteros y/o volantes y/o extremos con la mayor velocidad y precisión posible. Recuerden la final de la Copa América con Brasil y la copa que le ganamos a Italia este año (Conmebol UEFA 2022). Me gusta esa actitud de tener variantes, de no jugar siempre de la misma forma. Sumo algo más que le vimos a Scaloni vs Jamaica esta semana. En el segundo tiempo pasó a jugar con línea de 5 en el fondo (5 3 2 o 3 5 2, como gusten), cuando había arrancado con un clásico 4 3 3. Ese es el camino, a mi modesto entender.
El fútbol de hoy pide ser pragmático, práctico, tener variantes, saber jugar de distinta forma. Hoy el rival es más complejo que hace 40 años. El Brasil de Pelé de los años ’70 no necesitaba saber cómo formaba el rival, cómo se iba a parar, qué jugadores había que seguir de cerca. Sabía qué haciendo su juego, ganaba seguro, salvo que se encontrara con un monstruo en el arco rival o sus jugadores tuvieran “la pólvora mojada”. El Ríver de Labruna del ’75 o el Boca del Toto Lorenzo del ’76 tenían dos estilos diferentes pero igualmente efectivos.
El que a mi entender empezó a “encender la mecha de las variantes” fue un adelantado a su época, quien, por fortuna, nos dio un título mundial: Carlos Bilardo. Argentina en el ’86 arrancó el primer partido vs Corea del Sur con dos marcadores de punta: Clausen y Garré. A partir del segundo partido, Argentina jugó con 3 stopper y un líbero (Brown). Bilardo había preparado variantes para no jugar todos los partidos de la misma forma ya que sabía que los rivales, si Argentina iba progresando, iban a estudiarlo para ver cómo derrotarlo. En un Mundial era más fácil poder apreciar la táctica de los rivales en ese entonces. Esta es la idea que yo pondero. Otro ejemplo es el Real Madrid de Ancelotti. No le interesa la posesión, le interesa el orden, espera agazapado en ¾ de cancha para robarle la pelota al rival y lanzarse en búsqueda del arco contrario. Trabaja con 4 4 2 pero puede variar a un 5 3 2 o a un 3 4 3. Va acomodando el esquema a las circunstancias del partido. Un mismo jugador tiene que saber cómo jugar con distintos esquemas.
Como conclusión, no veo nada mal tener una línea de juego. Lo que critico es tener una UNICA línea de juego. Sépanlo, tarde o temprano, en realidad, más temprano que tarde, sus rivales le van a encontrar la vuelta, se los aseguro. Hay que tener siempre listos el plan A, B y C. Y por qué no, diferentes variantes debidamente practicadas, con el fin de aplicarlas en el momento necesario. El fútbol hoy tiene una dinámica del conocimiento y de la difusión exponencialmente mayor a la de otros años. Por eso, hay que buscar la evolución permanente, con cierta dosis de sorpresa, bastante de innovación, mucha practicidad y alta dosis de planificación y entrenamiento, no lo duden. A eso súmenle la cuota necesaria de azar y el campeonato será de ustedes… Parece fácil, pero no lo es! Nunca lo es. No se olviden, ESTO ES FUTBOL!
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