AHORA LA DIEZ LA USA D10S

Mi abuela Dominga Catalina nació un 25 de noviembre, por lo que cada vez que llega ese día, una sonrisa se apodera de mis pensamientos al recordar su cumpleaños. Este 25 de noviembre de 2020 un hecho inesperado me golpeó muy duramente: el fallecimiento de Maradona. Seguramente a partir del 25.11.2021, habrá un sinsabor en mis recuerdos cuando el festejo por mi abuela se choque con las lágrimas contenidas por la desaparición de Diego Armando. Todos sabíamos que algún día iba a pasar, pero ninguno esperaba que fuera ahora, así, de golpe, casi sin tiempo para una agonía, un rezo fervoroso, una cadena de oración, una promesa. Ni siquiera en la última internación se produjo el desenlace, hasta en eso el 10 seguía gambeteándonos.

Ha sido, es y será el más grande jugador que yo he visto con la camiseta de la Selección Argentina y uno de los mejores en la historia del fútbol mundial de todos los tiempos. Desde el Mundial’78 que no fue (quedó afuera de la lista final con Bottaniz y Bravo), deslumbrando en el Mundial Juvenil del ’79 con Argentina campeón en Japón con Menotti y con Ramón Díaz, pasando por el ’82 y su eliminación en segunda ronda con expulsión incluida, la consagración eterna del ’86 en México, la gesta épica y gloriosa del ’90 en Italia y la aventura inconclusa del ’94 cuando “le cortaron las piernas” luego del segundo partido.  

A veces el sentimiento nos lleva a ser más parciales que nunca, a transformar la realidad con nuestros ojos, nuestros gustos o nuestras preferencias. Por eso, también en los hechos, el 10 sigue mostrando por qué fue uno de los mejores de la historia. Una estadística del analista Augusto Rammauro ha determinado que Maradona es el líder histórico en asistencias en Copas del Mundo, y el quinto jugador en el ranking que suma goles y pases gol. Y lo que más impresiona es que estos registros los consiguió siendo marcado con mayor violencia y rigidez que ningún otro jugador: 36 faltas le cometieron en España´82, 53 faltas en México´86 y 50 fouls en Italia´90, llevándose los tres primeros puestos en el conteo de infracciones recibidas en la historia de los mundiales. No nos sorprende a quienes fuimos testigos de esos mundiales. Se puede concluir que el 10 recibía una falta cada 12 minutos mientras que el promedio de Lionel Messi, por citar un ejemplo, es de un golpe cada 30 minutos.

Fue un grande, muy grande, grandioso. Y como tal, afloran los recuerdos. Debutó en AAAJ en 1976 y años más tarde, en la semana previa al partido AAAJ-BOCA, nuestro gran arquero Hugo Gatti osó decirle que “era un gordito”. Saben cómo se vengó Maradona? Le hizo cuatro goles en ese partido, uno de tiro libre esquinado, impresionante. Fue en cancha de Vélez. En 1981 vino a Boca y ahí surge la memoria del debut vs Talleres de Córdoba (también debut de Víctor Hugo Morales en el relato de Sport 80 x Mitre), con una goleada por 4 a 1, donde además de ser la estrella, transformó en otro ícono de Boca y goleador a “llueven goles a granel de la mano de Miguel” Brindisi. Y aparece enseguida el pase a Perotti para el gol decisivo frente a Ferro faltando dos fechas, de cara a la tribuna de la casa amarilla cuyo festejo se tiñe de una avalancha tan pronunciada como apasionada, matemáticamente perfecta. Esa postal está indemne en mi cabeza. Y el partido final vs Racing, haciendo el gol de penal a Vivalda, el que se había una errado en Rosario vs Central una semana antes, para concretar el festejo de Boca Campeón.. Ah! En el medio, en una noche tan lluviosa como embarrada, Boca le gana a Ríver 3 a 0, y el tercero es una corrida memorable (me suena este adjetivo!) de Cacho Córdoba para dejarlo a Diego mano a mano con el gran Pato Fillol, al que con un solo amague de su zurda mágica deja gateando cual bebé de pecho. Y cuando enfrenta a Tarantini, ya lanzado a cubrir el arco con todo su cuerpo, y melena, el toquecito sutil al palo izquierdo para hacer inútil esa estirada del Conejo y salir festejando hacia los viejos palcos con el fotógrafo gatillando el flash y cayendo estrepitosamente, gustoso de haber conseguido “la foto” para el próximo El Gráfico.

Mis pensamientos vuelan a Barcelona donde empieza a descollar, hace un gol memorable vs el Real Madrid con gambeta larga y haciendo pasar de largo al defensor que le “hace foul al palo izquierdo”, al tiempo que él da un pase a la red ya sin resistencia alguna. Goicoechea le rompe el tobillo y el 10 lo sufre. Llegan los tiempos napolitanos, seguramente los más geniales de Diego en un club de fútbol. Paréntesis: Maradona tiene apenas 11 títulos, 2 con la Selección Argentina (Mundial Juvenil 1979 y Mundial 1986) y 9 con clubes. Con Nápoli obtuvo 5: los únicos dos Scudettos de la historia del club, su único título internacional (la Copa de la UEFA, actualmente la UEFA Europa League) más la Copa Italia 1986/87 y la Supercopa 1990. En Napoli, además de ser casi un héroe nacional, donde asume el carácter de tal en una clara reivindicación del Sur vs el Norte, descolló haciendo goles de todas las formas y colores. Se cansó de convertir de tiro libre, con pegadas endemoniadas, profundas, punzantes e inatajables. A tal punto brilló en ese equipo, que en estos días, el Estadio San Paolo se pasará a llamar Diego Maradona. Hasta el 10 actual de Nápoli, Leandro Insigne, se arrepiente de haber usado la camiseta que usó Diego Maradona.

Ya es tiempo de ir al Mundial ´86. El que consagró a Maradona y a la Selección Argentina. Fue incrementando su nivel futbolístico hasta llevarlo a un punto sublime y superlativo, tal como lo refleja el mejor gol de todos los mundiales, con el mejor relato de todos los mundiales, a cargo de Víctor Hugo. Ese barrilete cósmico que jamás olvidaremos y que seguirá poniéndonos la piel de gallina cada vez que lo veamos y/o escuchemos. Ese desequilibrio que generaba Diego, pero con un equipo atrás, obviamente, con una figura estelar y con mucho respaldo en todo el resto de los compañeros. Y luego los dos goles a Bélgica, sin convertir en la final del Mundial, pero con el pase gol a Burruchaga para que concrete la hazaña y ese festejo imborrable con la Copa del Mundo y con su gran dt: Carlos Bilardo.

La epopeya del Mundial ’90 contra los tanos y contra todos los europeos. Los pasajes de ronda por penales, la semifinal vs Italia, enfrentando a 50.000 italianos que lo más bonito que nos decían eran que éramos feos. Y la final con Alemania peleada hasta el final, con grandes limitaciones técnicas y de plantel, pero con una presencia firme, coherente, consistente y cuasi inexpugnable. En muchos de estos momentos, Diego Armando Maradona se erigió como gran capitán de la Selección Argentina. En el mismísimo estadio de Nápoli que lo había aclamado durante tantos años hasta considerarlo un dios, aquel día, en la semifinal vs Italia, más de 50.000 italianos estaban totalmente enfervorizados, no sólo vitoreando a su país, sino denostando a la Argentina. Y quién los enfrentó desde que ingresó a la cancha, en pleno himno nacional y durante los 120 minutos de juego? El 10, ese emblema fuerte, sólido, peleador, que no se iba a rendir fácil, al contrario, iba a pelear contra todos y cada uno de los contratiempos que surgieran a su paso en pos de lograr el tan ansiado pase a la segunda final consecutiva de un mundial de fútbol. Y para darle un carácter más épico a su carrera con la celeste y blanca, está claro que Diego siempre jugó para Argentina. No faltó nunca. Arriesgó su físico y su carrera sin importarle su futuro, sino el bienestar “de su país” – lo nombro así, porque él siempre sentía que estaba jugando para Su país, cuando jugaba en la selección. De ahí, cómo se brindaba. Jugó con un tobillo casi roto en todo el Mundial ’90. Perforado de tantas infiltraciones que le dieran 90 o 120 minutos de calma para poder hacer uso, y abuso, de una zurda inigualable. Luchador como ninguno, guerrero, mostró siempre la virtud de no darse por vencido aún vencido. Al talento le sumaba personalidad, carácter, entrega y mucha pasión. Hoy no se ve un jugador con tantas cualidades, todas juntas. Por algo fue el jugador más valioso durante una década, alcanzando niveles exhorbitantes.

En 1992 y 1993 hace unos pequeños pasos por Sevilla y por Newell’s. Su historia futbolera termina con la convocatoria apurada de Basile para que nos clasifique en repechaje vs Australia al Mundial de USA’94, el debut ya en el Mundial con goleada a Grecia – y golazo incluido, más darle vuelta el partido a Nigeria ayudado por el “Cani” hasta que … “le cortaron las piernas”, y con ellas la ilusión de ganar otro mundial. Sin Maradona, fue imposible. Finalmente recala en Boca Juniors hasta jugar su último partido en 1997. Y en su partido de despedida, allá x el 2001, en cancha de Boca, jugando con la camiseta de la selección, y teniendo abajo la de Boca (JR), dice una de sus frases más célebres que lo pinta tal cual fue y es: “…Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha…”.

Ha alcanzado una dimensión que ha trascendido todas las fronteras. Es ídolo no solamente en su país de nacimiento. Ha obtenido un reconocimiento mundial pocas veces visto y que será muy difícil de repetir. Una anécdota reciente refleja lo que significa Diego Armando Maradona en todo el mundo. Anteayer Roberto Gaucho, DT del Gremio de Porto Alegre (Brasil) salió a dirigir un partido de la Copa Libertadores con la camiseta de la Argentina, perdón, con la camiseta argentina de Diego Maradona con el 10 en la espalda. Tal como leyeron… un brasileño se puso la camiseta de Maradona como homenaje por la muerte del 10 para dirigir, no un amistoso, sino un partido de octavos de final de Copa Libertadores. Increíble pero real. Cuando surgen hechos como éste, huelgan las palabras. No fue una opinión, una encuesta, fue un hecho concreto y tajante: dirigió todo el partido con la camiseta de Maradona. El Dt se llama Renato Portaluppi, y claramente es un portador de un profundo sentimiento hacia el crack argentino. Hablando de esta camiseta, me gustaría hacer una propuesta: que la Selección Argentina retire la camiseta número 10 durante los próximos 10 años. No quiero que sea como en la NBA, para siempre. Diez años me parece un periodo lógico. O sea, que hasta el 25.11.2030 nadie use la 10 de la Selección. Quiérase o no, cada vez que Argentina salga a jugar un partido de fútbol, implícitamente recordaremos quién fue el maravilloso jugador que más nos deleitó con esa camiseta, qué opinan? Habría que lograr la excepción para los mundiales, no?

Quiero terminar estos recuerdos futbolísticos, solo de fútbol he hablado y así fue como me lo propuse, remarcando la felicidad y belleza que ha transmitido el 10 a tantas generaciones al verlo jugar a la pelota. Nos ha hecho felices en momentos crudos y muy dramáticos, nos ha maravillado una y otra vez, con habilidades innatas y perfeccionadas, con remates poseedores de curvas imposibles, con gambetas eternas y esquivadoras de cuanta patada intentasen frenarlas, con toques de sutileza, caños, pasadas de largo, arranques, dominios de pelota con cualquier parte del cuerpo y con goles de todas las características. Quién nos quita lo vivido con Diego Armando Maradona? Si busco un ejemplo rápido, aparece un video que se ha viralizado mucho últimamente y es un precalentamiento del Napoli en el mismo césped, versus Bayern Munich con la canción Live is Life de fondo. Cuando uno ve esas acrobacias, ese manejo de pelota, esa habilidad, no tiene menos que asombrarse. Y si encima lo hace bailando al compás de la música, ya es para creer que realmente fue un elegido. Esas ganas de jugar que transmite contagia a compañeros, espectadores y televidentes, hasta en eso fue un ícono. Búsquenlo y vuelvan a deleitarse una y otra vez, será una caricia a vuestro corazón dolorido por esta partida física de un jugador inigualable… Y no dejen de darle las gracias por mostrarnos todo su talento en materia futbolística.

Me imagino la escena llegando al cielo. Dios, un poco ofuscado, recibiéndolo y retándolo, al tiempo que le dice “… por fin te dignaste a venir, hace rato que estaba intentando que vinieras y te resistías, eh…”  

Diego, con los brazos atrás, como escondiendo algo, le contesta “…sí, me quisiste traer por primera vez hace 20 años, pero yo tenía 40, ni loco venía tan rápido, quería seguir disfrutando en la tierra, pero acá estoy, y a qué no sabés qué te traje?…”

Ante la cara de asombro de Dios, Diego deja mostrar lo que escondía y simplemente dice “… es inaudito, la usé hace 34 años en México y todavía hoy los ingleses me la siguen reclamando…”

Olé, Olé, Olé, Ole… Diego, Diego…

Síganme también en INSTAGRAM. Simplemente busquen HOLAMORT…

Acerca de

Periodista Deportivo recibido en el Círculo de Periodistas Deportivos en 1989. Socio vitalicio del Círculo de Periodistas Deportivos. Experiencia en radio, revistas y periódicos. Práctica de prensa en Copa América 1997. Conferencias Scaloni 2022/23 Cronista de los Premios Olimpia anualmente

Publicado en PELOTA PARADA