SIempre fuiste mi compañero de juego.
Siempre decías que «SI», cuando inventábamos campeonatos, partidos, torneos, ya sea en el patio o en el fondo de casa. El polideportivo funcionó a pleno fútbol en una gran proporción, pero también con ping pong, billar, vóley con la soga para colgar la ropa, tenis con raquetas amateur y soga en lugar de red, golf con los bastones de la abuela, penales con la planta que parecía un arco con red y todo en un eterno “mete gol, entra”.
Cómo olvidar los partidos futboleros LONG PLAY en el patio! De cabeza a la ventana de la piecita o de rebote a la puerta de la piecita (“el arco”) con arquero y todo, pero con área de handball… Los pelotazos iban y venían por doquier. Pelotas dije? De todos los colores y tamaños: grande, chiquita, mediana, de fútbol, de papi, de tenis, de pelota a paleta, de plástico, de goma…
Todo forma parte de un recuerdo imborrable que jamás olvidaré. Cómo disfrutamos a pleno esas tardes, mañanas, días y noches con una pasión inigualable! Con un entusiasmo infinito y sin jamás pelearnos, nunca, nunca…
Usualmente hablabas poco, pero tu silencio decía mucho y tu capacidad de escuchar y, especialmente, de escucharme fue única y harto agradecida.
Fuiste mi primer seguidor en todas y cada una de mis aventuras periodísticas. Incondicional como ninguno. Cuando arranqué de chiquito con las notas que escribía en la Lettera 22 de papá… o cuando grababa los casettes con dos grabadores con noticias deportivas, música y algún chiste malo como todos los míos… Ni hablar de las publicaciones en Adelante – la revista sanrromanense o revistas barriales. Y ya con HolaMort, primero con el Blog, luego la página web, Twitter, WhatsApp, Instagram… Y siempre recibía de vos un cariño y una devoción, un sentimiento de hermano que admiré, admiro y seguiré admirando. Porque seguiremos siendo hermanos más allá del infinito…y aunque nos veamos un poco menos.
No quiero dejar de decirte ¡¡GRACIAS DIEGO! Gracias por estar, por ser, por parecer, por soportar, por ayudar, por auxiliar, por comprender, por escuchar, por aconsejar. Siempre fuiste sostén de la familia en cada momento y cuando más lo necesitamos.
Seguramente me va a costar no enviarte comentarios ni bien termine de jugar “Boquita”. Ni hablemos últimamente, con más críticas que festejos.
Me va a costar no esperar el comentario punzante, sagaz y hasta istriónico futbolero de pura cepa.
Me va a costar no festejar con los íconos azul y oro cuando logremos algún triunfo o título.
Eso sí, te prometo que lo voy a seguir haciendo, porque sé que me estarás escuchando, leyendo y viendo…y sé cómo hacerlo, simplemente miraré al CIELO y buscaré la estrella que más brille. Hacia ella irá mi mensaje periodístico, con mi firma, rindiéndole tributo al HERMANO MAS GRANDE Y MAS NOBLE que me puede haber dado la vida. La estrella que me guiará desde ahora y para siempre…